Gestión de los Recursos Humanos

¿Cuál es el aporte del líder en un equipo autónomo?


Sentado en un bar en la zona de Retiro, con un café por la mitad, el cuaderno abierto en una hoja en blanco y lapicera en mano, pensaba qué tema desarrollar en la nota de septiembre. Fue en ese momento, que entraron dos personas y se sentaron en la mesa vecina. El diálogo fue más o menos este:
—Bueno, te escucho.
—Me asignaron un proyecto.
—No parecés muy entusiasmado. Pero te recuerdo que ese es tu laburo.
—Sí. El proyecto está encaminado… Y del equipo conozco a la mayoría de los integrantes. Son excelentes profesionales.
—¡Buenísimo!
—Es que… todo marcha bien. El cliente está satisfecho. El equipo tiene mucha autonomía y se maneja bien así…
—¿Y?
—…Y mi asignación fue justamente por el ascenso que obtuvo el líder anterior.
—¡Sos un privilegiado!
—A ver, pensá un poco antes de gastarme. ¿Qué puedo agregarle yo a ese grupo? 
—…
—No me mirés con esa cara.
—Ah. Ya entiendo ¿Vos preferís hacerte cargo de un proyecto en llamas?
—¡Eh!.. Bueno… no sé si tanto. Pero de verdad creo que en este caso, puedo llegar a estar de más.
No precisé seguir escuchando la conversación, apuré los últimos sorbos de café y pedí la cuenta. Mientras el mozo se acercaba escribí en mi cuaderno: ¿Cuál es el momento ideal para asumir la responsabilidad de conducir un equipo de trabajo? 
Para intentar responder a la pregunta,  decidí usar una analogía futbolera y sin esfuerzo apareció en mi mente un nombre: Gerardo Martino. Veamos.
Presente
Gerardo Martino (50 años , director técnico, argentino) es  el  entrenador del Fútbol Club Barcelona, equipo de la primera división de España. Llegó hace tan sólo un par de meses a uno de los mejores clubes del mundo (Més que un club  —Más que un club—  es su lema principal) a conducir un equipo que ya tiene: una idea de juego, una identidad definida, muchos campeones del mundo en su plantel. La base del equipo es un conjunto de profesionales que logró un nivel de calidad de juego y funcionamiento colectivo que lo ubica entre los grandes equipos de la historia. 
En este contexto, casi nadie duda que la designación del entrenador argentino se trata de un premio para el entrenador. Ahora bien ¿podrá Martino establecer su sello?
Pretérito imperfecto. 
Hace algo más de un año y medio, Martino llegaba a otro club (Newell’s Old Boys, de Rosario, Argentina) que estaba en una situación muy complicada desde el punto de vista futbolístico: debía sumar muchísimos puntos para evitar el descenso de categoría; el grupo de jugadores venía golpeado y sin rumbo; y el técnico anterior había sido reemplazado, pese a estar menos de un torneo al frente del plantel profesional.
La historia es conocida: Newell’s llegó hasta las últimas fechas de aquel torneo peleando el titulo; fue segundo en el torneo siguiente (2012) y se coronó campeón en el primer torneo de 2013, además de haber alcanzado las semifinales de la copa más importante de Sudamérica a nivel de clubes.
Ahora bien, ¿cómo lo logró? Más allá de los resultados, los especialistas coinciden en que el cambio sustancial que produjo Martino en ese equipo se sostuvo en tres pilares: 
a) Proponer una idea de juego.
b) Que los jugadores creyeran en ella.
c) A partir de esa idea y esa creencia, potenciar las aptitudes de sus dirigidos.
En términos más cercanos a nuestra profesión, serían: establecer una visión; inspirar al equipo a abrazar esa creencia; y sacar lo mejor que cada uno tiene dentro para poner la idea en práctica.
¿Futuro perfecto? 
Si, según el PMBok “…desarrollar el Equipo del Proyecto es el proceso que consiste en mejorar las competencias, la interacción de los miembros del equipo y el ambiente general del equipo para lograr un mejor desempeño del proyecto”, volvamos a repasar los tres pilares mencionados para ver cómo podrán ser aplicados en club catalán: 
a) Visión  (Proponer una idea de juego). En el Barcelona, esto no sólo ya existe, sino que se trata de una concepción futbolística que trasciende a los jugadores, a los entrenadores e incluso a los resultados obtenidos o por obtener.
b) Inspirar al equipo (que los jugadores crean en la idea). Los jugadores del Barcelona son ¡fundamentalistas! Según palabras de alguno de ellos, la idea es innegociable. Por lo tanto el alineamiento está garantizado. Aquí, es Martino, quien deberá esforzarse por lograr el balance adecuado entre la filosofía existente y su aporte personal, en pos de mejorar lo que ya de por sí, es muy bueno. Casi sin dudas, se puede afirmar que la llave para abrir esa posibilidad de crecimiento sea el ganándose la confianza de los jugadores.
c) Sacar lo mejor que cada uno tiene dentro (a partir de idea y creencia, potenciar las aptitudes de sus dirigidos). Este es quizás el foco de atención prioritario para Martino. Mantener la motivación de un equipo que ha ganado todo, que ha incorporado nuevas estrellas (individualidades) a su plantel, pero que también ha vendido grandes jugadores en un contexto cada vez más competitivo. Y donde los recursos económicos no parecen ser un escollo, administrar la abundancia es un desafío en sí mismo. Una vez más la clave estará en la gestión de las personas.

Vuelta al presente.
Retomemos ahora la situación escuchada en el bar acerca de “¿Cuál es el momento ideal para asumir la responsabilidad de conducir un equipo de trabajo? “ 

Parece que no es tan importante el momento como sí lo es el punto neurálgico a trabajar: las personas y la relación entre ellas. Y esto es independiente del estado presente del equipo. Tiene que ver más con una mirada estratégica que táctica.
Leí alguna vez que, una visión sin acción es sólo un sueño. Y quienes ejecutan, los actores principales, son todos los integrantes del equipo del cual el líder es uno de ellos. Desarrollar el equipo a partir de las fortalezas y/o reduciendo la exposición en aquellos flancos débiles, suelen ser aspectos en los cuales, la mano del líder, se verá reflejada.
Si el líder se posiciona como el custodio de la visión, es de suponer que los buenos resultados no tardarán en llegar.

Diego Vannucchi 
diego.vannucchi@osde.com.ar