Mucho se ha escrito sobre cuestiones de liderazgo, pero sin lugar a dudas hay algo en que la mayoría, por no decir todos, los autores coinciden: una de los roles primordiales de un líder consiste en potenciar las aptitudes de sus dirigidos.


Con este tema en mente, mientras estaba haciendo acopio de información para desarrollar la nota de este mes, llegó a mis manos una revista en la cual entrevistaban a Benjamin Zander. Benjamin Zander, británico nacionalizado estadounidense, es el director de la Orquesta Filarmónica de Boston y se ha destacado no sólo por sus interpretaciones, sino por brindar conferencias antes de sus conciertos. También ha escrito en colaboración con su esposa, un libro sobre liderazgo (El Arte de lo Posible).

En la entrevista que leí, al ser consultado sobre las cualidades que debe tener un líder, Zander dice:  

“…Normalmente el líder es visto como en un nivel superior. Para mí, el líder siempre está en el mismo nivel que el resto de las personas, porque el líder es responsable de todo lo que sucede”.

Se me ocurrió entonces que, para sacar lo mejor de cada miembro del equipo y de sí mismo, una de los posibles enfoques para el líder es mirarlo desde el punto de vista del conocimiento. Pero no desde un conocimiento técnico, sino entendiendo el conocimiento como la facultad de comprender a las personas. Y para eso el líder deberá:

 

a)     Desarrollar el conocimiento propio o autoconocimiento.

b)     Lograr un conocimiento cercano de los integrantes del equipo.

 

Desarrollar el conocimiento propio o autoconocimiento.

 

Una de las fábulas de Esopo cuenta que “Cuando Prometeo modeló al hombre le colgó dos alforjas. Una delante sobre el pecho que guarda los defectos ajenos y otra detrás, sobre la espalda, que arrastra los defectos propios. De ahí viene que las personas percibimos tan bien los defectos de los demás mientras que somos ciegos a los nuestros.”

En efecto, es mucho más fácil ver aspectos positivos y negativos en los demás que en uno mismo. Pero teniendo en cuenta esto, aquí van una serie de aspectos que pueden tomarse como punto de partida para el autoconocimiento.
Es obvio que, lo que sigue, se trata sólo de posibles acciones y lejos están de transformarse en una receta de aplicación universal. Hecha la salvedad, acá vamos.

–        Descubrir la motivación personal. La clave de una motivación genuina tiene que ver con la realización propia y el deseo sincero de cada día mejor. Desde esta perspectiva, la motivación empieza y termina en cada individuo. No tengo que ser mejor que otro. No se trata de ser mejor que otro, sino mejor que ayer.

 

–        Cultivar la reflexión. No es más que dedicar tiempo para analizar nuestras acciones y comportamientos, cuáles eran nuestros objetivos y  qué hacemos o hicimos para alcanzarlos, qué hemos logrado con nuestro esfuerzo, y evaluar frecuentemente nuestra satisfacción personal con lo que hacemos.

 

–        Clarificar los objetivos. Si no tenemos claros nuestros objetivos tampoco podremos valorar nuestros logros, ni cuán satisfechos estamos. Es importante asegurarnos que los objetivos sean compatibles con nuestro perfil global (deseos, educación, entrenamiento, potencialidades, experiencia, capacidades, etc.). De lo contrario estaríamos en constante conflicto con nosotros mismos.  

Si bien ningún rasgo de personalidad conduce directamente a un desempeño positivo o negativo, es posible detectar a través de ellos las áreas del carácter que requieran atención, de modo de aprovecharlas, modificarlas, compensarlas o simplemente aceptarlas. El autoconocimiento también nos habilita a compartir con otros nuestros puntos fuertes y débiles. Esta apertura hacia los demás está a favor de recibir ayuda y comprensión. Y también nos alertará sobre actividades y situaciones que quizás nos incomoden.

En síntesis, cualquier acción que responda a la pregunta ¿qué puedo hacer para mejorar?, en vez de esperar a que el contexto y/o los demás cambien, parecen indicar un paso adelante en nuestro conocimiento personal.  
Les propongo entonces dedicar, con la frecuencia que cada uno considere, un momento para disfrutar del silencio y escuchar los mensajes de nuestra voz interior. Seguramente tendrá algo para decirnos.

En la próxima nota desarrollaremos algunas ideas para lograr un conocimiento má cercano de los integrantes del equipo. Hasta la próxima.


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*Les recomiendo que vean y escuchen «Benjamin Zander: Con los ojos brillantes (Conferencia TED), pueden encontrarla en Youtube.

La existencia de Esopo como persona real no está probada. Diversos autores sitúan en diferentes lugares su nacimiento y la descripción de su vida es contradictoria. Hasta la época en que vivió también varía según los autores aunque todos ellos coinciden en que vivió alrededor del 600 A.C. En sus fábulas hay una enseñanza moral, no una doctrina. Recogen experiencias de la vida cotidiana que forman un conjunto de ideas de carácter pragmático. (fuente: Wikipedia)

 Diego Vannucchi 

diego.vannucchi@osde.com.ar

 

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