LARGA VIDA AL PMBOK®… AUNQUE NO SEA UNA METODOLOGÍA.

Por Raúl Bellomusto, PMP®, CSM®, HCMBOK®, ITIL®
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A la hora de munirnos de herramientas apropiadas para gestionar nuestros proyectos, el abanico de posibilidades es bien amplio: existen estándares, normas, frameworks y… metodologías. ¿Por qué nombro al aspecto metodológico como en un aparte del resto? Simplemente, ¡porque no todo es lo mismo y, efectivamente, las metodologías de gestión de proyectos son algo diferente! Muchas veces caemos en la trampa de los aparentes parecidos entre cada uno de los tópicos documentales que he enumerado. En esta nota, intentaremos ordenar un poco estos conceptos.

Tenemos estándares adoptables, normas certificables, metodologías adaptables. Todo un mundo. Es frecuente escuchar en nuestro ambiente enunciaciones que contienen la frase “la metodología del PMI®…”. Digámoslo de una vez: el Project Management Institute no publicó, publica o publicará metodologías. Simplemente, porque no conoce nuestro negocio en particular. ¿Cómo es esto? Primero definamos rápidamente algunos términos.

Los estándares son modelos o puntos de referencia para medir o valorar elementos de una misma especie o disciplina. Señalan un comportamiento esperado y son utilizados como guías de buenas práctica o referencias que funcionan como construcciones culturales. En definitiva, son grandes recomendaciones. O sea… ¡claro que sí: el PMBOK® es un estándar!

Las metodologías, por su parte, responden a la elección de un método que resulte pertinente para un determinado objetivo. Es más que eso, pues si revisamos la etimología de la palabra, “metodología” significa “estudio del método”. Es decir, no sólo refiere a la selección de un modo de hacer las cosas -adecuado para la industria y el tipo de proyectos en los que trabaja quien la vaya a aplicar-, sino que también se denota un sometimiento a la discusión permanente, de modo de quedar subsumida en un proceso de mejora continua. No son buenas las metodologías “talladas en piedra” que no evolucionan conforme madure la organización o de acuerdo con el grado de desarrollo tecnológico, que siempre nos propone innovar.

Otra cuestión a revisar son los aspectos prescriptivos. Los estándares no buscan regular el comportamiento de las personas. Presentan aspectos genéricos pasibles de ser encontrados en diversos escenarios del mundo real. Las metodologías, mientras tanto, actúan en base a instructivos que describen cómo deben ser llevados a cabo los procesos y cómo deberán ser utilizados los diversos artefactos a la hora de cristalizar las acciones.

Las normas, por su lado, son documentos técnico-legales que contiene especificaciones de aplicación voluntaria. Son elaboradas por diversos interesados que han consensuado cuestiones empíricas o desprendidas del desarrollo tecnológico. Son aprobadas por organismos nacionales (nosotros tenemos al IRAM, claro) y están disponibles al público. Asimismo, serán certificables por las organizaciones si contienen ciertos aspectos prescriptivos. Para ser certificable, una norma debe ser “una norma de requisitos”.

¿Y entonces? Pues una metodología puede estar inspirada en un estándar o en una norma, pero las normas y estándares no constituyen metodologías. Debemos reconocer los distintos documentos a nuestro alcance y customizarlos en correspondencia con la disciplina que practiquemos y el tipo de proyectos que desarrollemos. Las metodologías de gestión de proyectos resultan ser, por fin, el producto de una taylorización de procesos que habrán sido tomados de uno o más normas o estándares y que a la postre serán mapeados en un ciclo de vida correspondiente con nuestro quehacer en términos de negocio.

En general, las metodologías deberán ser únicas y adaptables a los proyectos de una organización. En muchos casos es función de las oficinas de proyecto establecer su desarrollo y publicación, siendo fundamental que, al mismo tiempo, se vele por su cumplimiento.

No es un tema menor establecer el ciclo de vida metodológico de acuerdo al acercamiento que el proyecto merezca, sea éste predictivo (tradicional), adaptativo (ágil) o híbrido. Históricamente, el PMBOK® ha sido un estándar para proyectos predictivos. Comenzó a romper esa tendencia con la Sexta Edición, al publicarla en conjunto con una Guía Ágil. El inminente PMBOK® 7 dinamitará la historia con un fortísimo cambio de paradigma: servirá para cualquier tipo de proyecto, siendo válido para todo el espectro de valor.

Por fin y para desmitificarlo de una vez… el PMBOK® NO ES una metodología, pero nos ayuda a construirla. Larga vida al PMBOK®.

 

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