La gestión de proyectos como actividad clave para la implementación de la estrategia corporativa.
Es un lugar común el hecho de que toda iniciativa debe estar alineada con la estrategia de la organización. Hay numerosos métodos para establecer esa relación e incluso es uno de los más utilizados para decidir si un proyecto se lleva adelante o no.
Pero ese momento de selección no es el único vínculo entre proyecto y estrategia.
¿Qué es estrategia?
La formulación de la estrategia en una organización probablemente sea uno de los temas más debatidos en el mundo empresarial. Directivos, académicos, ejecutivos y consultores, todos buscando la panacea de una estrategia ganadora, han contribuido a la discusión y han dado lugar al desarrollo de decenas de escuelas de pensamiento.
No obstante, esa enorme oferta de conocimiento muchas veces atenta contra el entendimiento del concepto básico. Quizás, una manera diferente de abordarlo sea de manera indirecta. Más que buscar su significado, tratemos de llegar a una definición preguntándonos ¿Para qué sirve una estrategia? Empecemos.
Lo primero que aparece como respuesta posible, es que la utilidad de una estrategia puede referirse al cumplimiento de objetivos. Es decir, defino una serie de pasos que, si los cumplo, voy lograr algo que me propuse. Entonces, podemos decir que la estrategia tiene que ver con la planificación y estaríamos en lo cierto.
Ahora bien, esa meta u objetivo ¿para cuándo se propone? En general, estamos hablando de por lo menos un mediano o largo plazo, siendo estas dos alternativas muy dependientes del mercado en que se desenvuelve la organización. Por ejemplo, vislumbrar el largo plazo (digamos 10 años) en tecnología informática puede parecerse bastante a la ciencia ficción. Sin embargo, puede ser práctico hacer proyecciones a 5 años en mercados menos volátiles o dinámicos. Lo que es seguro, es que una estrategia no se piensa para lograr resultados la semana próxima, sino que se establece con un horizonte mayor.
Si hablamos de alcanzar objetivos en un plazo relacionado con el mercado en el que actúa una empresa, hablamos también de los productos o servicios que genera para satisfacer las necesidades de sus clientes. Por lo tanto, resulta lógico pensar que la estrategia deberá estar enfocada a un campo en el cual la empresa va a competir. ¿Y qué necesita para competir, para llevar adelante las actividades cada día? Recursos. Ya sea que se traten de humanos, técnicos o económicos, una adecuada estrategia también nos ayudará a priorizar la asignación de recursos.
A menudo, encontramos relacionada una estrategia con las oportunidades y amenazas que enfrenta cualquier empresa. Por eso frecuentemente, la formulación de una estrategia se relaciona también con el aprovechamiento de esas oportunidades o la respuesta a las amenazas provenientes del entorno.
Por último, encontramos todo un vocabulario alrededor del concepto. Visión, misión, valores no sólo ponen en palabras la estrategia, sino que se espera que sean factores integradores, que actúen como fuerza motivadora para los stakeholders, es decir para todos aquellos que directa o indirectamente son influidos por los beneficios o gastos derivados de la actividad de la empresa (accionistas, empleados, directivos, clientes, proveedores, acreedores, comunidades, gobierno, etc.)
Con lo dicho, podemos formular una definición inicial:
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