En la práctica.
El compromiso con el equipo
¿Trabajo cooperativamente como miembro de un equipo?
En una de las entregas anteriores, llegamos a una definición de colaboración: todo proceso donde se involucra el trabajo de varias personas en conjunto, para conseguir un resultado muy difícil de lograr mediante el trabajo individual.
En aquella oportunidad, también propusimos una actitud proactiva y concreta de reflexión. Invitamos a preguntarse, qué puede hacer cada uno por el equipo, en vez de interrogar qué puede hacer el equipo por cada uno.
Entendiendo que cooperar con un equipo tiene una relación directa con la capacidad de comprometerse con él, intentaremos delinear algunas ideas para desarrollar esta competencia. Comencemos.
¿Cuándo podemos decir que un equipo está comprometido?
Cuando los integrantes comparten un sentido de dirección.
Esto es, cada uno entiende el objetivo del equipo y además sabe qué hacer para alcanzarlo.
Cuando cada miembro es capaz de enunciar hacia dónde van como equipo. Independientemente del estilo o la forma, los integrantes pueden, con sus propias palabras, expresar con claridad hacia dónde se dirigen como grupo.
Cuando todos entienden de qué manera los objetivos individuales o de los sub-equipos contribuyen al propósito de la organización. Ya sea que se trate de una empresa, un departamento, un área funcional, o un equipo de proyecto, cada miembro hace su aporte, se siente valorado y comprende la contribución y el efecto de su trabajo en la cadena de valor.
Cuando cada individuo se hace responsable por su contribución. El “hacerse cargo” viene dado no sólo a través del conocimiento acabado de las responsabilidades en la realización de las tareas, sino de los riesgos y de sus efectos asociados, tanto positivos o negativos.
Cuando todos tienen expectativas comunes respecto del estándar de desempeño a alcanzar.
Se trata de conocer, compartir y custodiar los niveles de calidad del trabajo o servicio que se brinda.
¿Cómo identificar factores que favorezcan el compromiso con el equipo?
La siguiente lista de preguntas ayuda a revisar cuestiones internas en el equipo de manera de identificar potencialidades o mejoras para lograr un mayor y/o mejor compromiso de los integrantes de un equipo, más allá del rol que cumplan en él.
• ¿La estructura está orientada al trabajo en equipo?
• ¿Todos los miembros tienen claros los objetivos del equipo y el rol de cada uno?
• ¿Están todos los sistemas o procesos alineados para dar soporte al trabajo cooperativo (comunicación; clima; reconocimiento, reclutamiento, etc.)?
• ¿Cómo es el nivel de confianza de los miembros del equipo?
• ¿Cuán abiertos están los integrantes a compartir experiencias, información y/o conocimientos?
• ¿Se plantean abiertamente los desacuerdos y se actúa proactivamente para resolver los conflictos?
• ¿Valora el equipo la contribución de todos?
• ¿Todos se sienten parte e involucrados?
• ¿Existen reglas claras que regulan la dinámica del equipo? (aquí pueden incluirse desde cuestiones administrativas (ej: horarios para reuniones)); hasta pautas de convivencia (ej: valores compartidos).
La importancia de ser consistente.
Sin importar cuál es la ubicación o rol que ocupemos en un equipo, si creemos genuinamente que la cooperación es relevante, debemos promoverla a través del ejemplo.
De otra manera, todos los esfuerzos para mejorar el compromiso resultarán infructuosos.
Entonces, tendremos que ser quienes compartimos las últimas versiones de los documentos; los que informamos avances de manera transparente; los que transferimos conocimiento generosamente; etc.
En definitiva, se tratará ni más ni menos, que estar dispuestos a poner por encima de nuestras expectativas personales, las necesidades y objetivos del equipo.
Diego Vannucchi
Voluntario, PMIBA